Comentario
Guillermo de Volpiano se desplaza a Normandía el año 1002, impulsando una renovación de la vida monástica normanda durante todo el primer tercio del siglo XI. Con esta actividad de Guillermo se relacionan los principales edificios del primer románico de la región, lo que ha servido para que los especialistas justifiquen con estas circunstancias históricas la influencia borgoñona que se detecta en estas construcciones.
La iglesia de la Trinidad de Fécamp, construida por el duque Ricardo, fue consagrada en el 990. Aunque no se conserva en la actualidad, viejas referencias literarias nos permiten saber que tenía un macizo occidental; los expertos deducen de este dato que el templo respondía a una arquitectura conservadora, dentro de la inercia carolingia. La arquitectura que se levanta después del 1000, inmersa en la tradición local que representa Fécamp, introduce ciertas innovaciones embrionarias que anuncian lo que será el románico normando.
San Pedro de Jumiéges, construido en el primer cuarto del siglo XI, representa a estas construcciones tradicionales con anuncios innovadores. Posee un macizo occidental, mientras que la nave central muestra sus muros articulados, mediante un piso de tribunas que corre por encima de las angostas naves laterales.
El primer edificio con claras características de primer románico borgoñón es Nuestra Señora de Bernay, cuya construcción se produciría desde poco después de 1024 hasta el tercer cuarto de la centuria. El templo presenta una cabecera influida por Cluny II, cinco ábsides escalonados se abren a un crucero regular con un cimborrio, tres naves, la central con cubierta de madera, mientras que las colaterales están abovedadas. Los constructores prestaron especial atención al tratamiento del orden murario de las paredes que conformaban la nave central. Un intercolumnio sobre pilares de sección rectangular -sólo, en el tercer cuarto de la centuria, se le añadirían columnas en los extremos de los pilares-, un orden de vanos geminados, alternando con otros sencillos y ciegos, que se abrían sobre las naves colaterales; el tercer nivel correspondía a grandes ventanales.
Una serie de capiteles, cuya factura denuncia diversas manos, muestra un arte problemático, mitad arcaizante, mitad con las imprecisiones propias de unas primeras experiencias. Animales y personas, carentes de modelado por estar realizados con técnica a bisel, se muestran con sus anatomías desmañadas, no sometidas a las formas de la cesta del capitel. Grodecki ha señalado fuentes iconográficas carolingias y bizantinas, incluso no faltan los que indican la miniatura como inspiración para pájaros y personas. Una inscripción nos suministra el nombre de uno de los escultores, "me hizo Izembardo" (me fecit Izembardus).
Por desgracia este edificio ha sufrido múltiples transformaciones y destrucciones desde el XV a la Revolución. Los principales destrozos afectaron a la cabecera, parte occidental y muro septentrional.
La iglesia más importante de la región es Nuestra Señora de Jumiéges. El abad Thierry, entre 1017 y 1027, impulsó la reforma monástica de Volpiano, quien posiblemente sería el mismo que proyectase la realización de un nuevo templo. Una fuente escrita del siglo XII sitúa en 1040 el comienzo de las obras. El día uno de julio de 1067, el obispo de Ruán, Maurille, en presencia de Guillermo el Conquistador, consagraba la iglesia.
El templo poseía originalmente una cabecera con deambulatorio sin capillas, que después sería sustituida por una construcción gótica. El crucero, con dos capillas orientadas y tribunas en los extremos, tenía una gran torre-linterna que alcanzaba una altura de cuarenta y un metros. La nave central perfeccionaba las experiencias de ordenación de los muros laterales que aparecen en los templos normandos: los tramos eran dobles, disponiendo entre dos pilares cruciformes una columna y entre ellos se generaba un intercolumnio de dos arcos semicirculares; sobre los mismos, había sendos arcos triples que correspondían a una tribuna que iba sobre las naves colaterales; por último, el tercer orden correspondía a los ventanales. De los pilares cruciformes, parte una columna que ascendería por todo el muro para constituirse en apeo de unos arcos diafragma para una cubierta de madera. La tribuna se abovedaba con aristas. En la parte occidental se ubicaba un nártex avanzado en fachada y flanqueado por dos torres. Durante los siglos XVIII y XIX, sufrió grandes mutilaciones.
Estos tres edificios normandos marcan precisamente los hitos fundamentales del paso de la tradición carolingia local a la gestación de templos del primer románico. Las experiencias del tratamiento del muro harán escuela en los edificios del románico pleno, constituyendo una de las grandes aportaciones a la teoría arquitectónica medieval sobre la manera de organizar los muros de los grandes edificios de culto.